CORONACIÓN CANÓNICA
Se celebró en la Plaza Mayor de la ciudad de Cáceres, el día 12 de octubre de 1924 y según las crónicas, fue el acontecimiento que más conmovió a la vida cacereña en los últimos setenta años.
La Virgen bajó del Santuario, el 2 de octubre, en solemne procesión, siendo recibida por las autoridades en Fuente Concejo, regresando al Santuario, después de ser coronada el mismo día doce de dicho mes.
Por la Comisión Organizadora de tal evento, se confeccionó un extenso programa de actos, simultaneándose los de carácter religioso, literarios, musicales y un Congreso Mariano.
El Solemne Novenario fue predicado por el Magistral de la Catedral de Cádiz, D. Ignacio Navarro.
El día de la Coronación ofició Misa Solemne, en Santa María, el Obispo de Badajoz. Durante dicha celebración, el Cardenal Primado, Dr. Enrique Reig, bendijo la Corona, que fue adquirida por suscripción popular, al precio de 150.000 pesetas, al joyero Granda de Madrid. Además, la Virgen lució el manto donado por la Reina Dª Isabel II. Aproximadamente a la una de la tarde, entró la Virgen en la Plaza Mayor, bajo los acordes de la Marcha Real. Fue colocada en una tribuna erigida al efecto y el Cardenal Primado, previa presentación al pueblo, colocó la corona sobre la cabeza de la Virgen.
D. Félix Granda, orfebre, sacerdote y escritor, señala que la corona en su aureola lleva grabados los nombres de las personas y fechas relacionadas con la Coronación. También hay citas bíblicas tomadas del Cantar de los Cantares, como:
- “Veni de libano sponsa mea, veni de libano coronaberis” (Ven del Líbano esposa mía, ven del Líbano y serás coronada)
- “Ave María gratia plena, Dominus tecum” (Dios de salve María, llena eres de gracia)
Esta última cita se puede leer alrededor de la paloma que cima la corona.
Une las imperiales de la corona, que en su centro tiene cruces de rubíes (sangre), una azucena (pureza), cuajada de diamantes (fe, dulzura, fortaleza, templanza y pureza) y sobre ella una paloma (Espíritu Santo), en el centro del nimbo, del que irradian siete ráfagas de luz y fuego; siete llamas matizadas de rubíes que representan la plenitud de los dones del Espíritu Santo. Dichos resplandores atraviesan la azucena (Unión del Espíritu Santo y la Virgen María).
- “Spiritu Sanctus supervinet in te, et virtus Altisimi obumbrabit tibi” (El Espíritu Santo te sobrevino, y la virtud de Dios te llenó)
Unas palabras del Cardenal Primado y el desfile de las fuerzas que rendían honores, pusieron fin al acto.
En relación con los actos literarios, se celebraron los Juegos Florales de la Coronación, actuando como mantenedor, D. Diego María Crehuet, adjudicándose el primer premio, Flor Natural, a D. Francisco Romero, Magistral de Zamora. En el apartado de poesías a la ciudad, fueron galardonados con medalla de oro: D. Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros; D. Miguel Jiménez Aguilar y D. Roberto Alcober.